Desde hace una semana, los fieles seguidores de la sanadora rosarina Leda Bergonzi son inmunes al frío: acampan en los alrededores del Santuario Nuestra Señora de Lourdes, en Santos Lugares, para conseguir que este sábado 18 de mayo a las 18 horas, cuando se presente allí, los reciba, los bendiga. O al menos, tienen la esperanza de verla un instante. Esa particular parroquia tiene como cura al congoleño Medard Kahindo Vyangavo, de quien también se dice que obra milagros. Cuando en 2018 quisieron trasladarlo a Chile, la comunidad salió en su defensa. Y se quedó en su puesto.
En este caso, la espera es por Leda. Pero, ¿quién es esta mujer que mueve multitudes? Tiene 44 años, es rosarina y quienes asisten todos los martes para que los toque en la Catedral de Rosario la llaman “la sacerdotisa” y aseguran que recibió los carismas de liberación y sanación por parte de la Iglesia Católica, que admite sus poderes milagrosos desde hace 9 años. Pero no es monja, no hizo votos religiosos, usa ropa simple, es ama de casa, madre de cinco hijos y ya tiene un nieto. Hasta la propia madre de Lionel Messi, Celia Cuccittini, la fue a ver.
Otra de sus seguidoras más famosas es la periodista Marcela Tauro, que la fue a ver esta semana a Rosario y dijo en Intrusos que “Leda es una sanadora laica que se presenta los martes nada más. Una amiga, que es la tercera vez que va, me dijo de ir y fuimos.. Empieza con una misa, con tres sacerdotes. La misa era a las 10, habrá sido 11 y pico que llegó ella… La gente cuando la ve, me hace acordar a Gilda, porque enloquece, la rodean, corren, la abrazan, lloran”.
Según narran las periodistas Sabrina Ferrarese y Araceli Colombo en su biografía, llamada Leda, la fe y la sanación, la mujer encontró su camino un día de 2015 mientras caminaba por su ciudad natal. Dicen que percibió algo profundo al ver el rostro de un hombre apoyado en la ventanilla de un colectivo. Esa imagen la llenó de una tristeza nueva y desconocida. Desde entonces, su vida cambió por completo. “Nuestro libro se centra en el fervor que ha despertado en miles de personas, los supuestos milagros que se le atribuyen y el crecimiento de su obra en Rosario y alrededores. Es un testimonio personal que refleja nuestra mirada hacia esta mujer, en quien reconocemos a una católica devota con la sorprendente capacidad de transmitir un mensaje renovado de una fe liberadora, que promueve una transformación profunda en las personas y las invita a vivir en paz y armonía”, le dieron las autoras a Infobae.
Según contaron ellas, Leda experimentó en ese momento, por primera vez, una cercanía inédita y espiritual hacia un extraño. Se le abrió una puerta hacia las almas, recibió un pase libre al mundo interior ajeno, sin quererlo ni pedirlo. Esta extraordinaria capacidad le fue dada, un regalo divino a través de la oración incesante que eleva diariamente al Dios de los católicos, la fe que profesa desde niña. Puede identificar el encuentro espiritual en el que vibró diferente, revivirlo con los ojos cerrados. Desde entonces, todo fue distinto, y adentrarse en los corazones dolientes o exultantes para medir sus latidos se volvió inevitable.
La sanadora nació en una familia de clase media y se crió junto a cinco hermanos, entre los cuales se encuentra su gemela, Aldana. Desde pequeña cultivó la oración y se integró a la Iglesia Católica. Su casa estaba poblada de imágenes religiosas. “Ya de muy chica empecé a sentir a Dios, creo que me marcó el tener estos encuentros personales, era mi búsqueda ya de muy chiquitita”, les contó a Ferrarese y Colombo. “Cantábamos en misa con mis hermanas y amigas. Esperaba el domingo con mucho anhelo”. Como muchas niñas católicas rosarinas de esa época, asistió a una escuela religiosa que, como la mayoría de las escuelas de culto, solo aceptaba mujeres. Este establecimiento, dirigido por religiosas, promovió su educación dogmática.
En esa infancia, una abuela fue importante dentro de su camino espiritual. Sin embargo, durante la adolescencia, que fue difícil, la religiosidad se le apagó. Pero fue apenas una encrucijada donde dudó: enseguida retomó el camino de la fe. Conoció a Fabrizio, se casó y vivieron un tiempo en la zona sur de Rosario. Luego se mudaron y comenzó un negocio textil. Con su esposo formaron un grupo de oración, una comunidad con la que se reúnen en forma semanal desde hace diez años. Allí cantan, rezan y llevan adelante acciones solidarias. La música siempre estuvo presente en su vida. Hoy, sus apariciones son acompañadas por un grupo llamado Soplo de Dios Viviente. Y por su familia: a donde vaya, los lleva.
Pero hasta ese encuentro visual con el hombre del colectivo, su vida religiosa se limitaba a eso. Al principio, rechazó ese don que para ella, sin dudas, había recibido de Dios. No quería comenzar a sentir eso que la Iglesia Católica denomina “carismas”.
Habló con sacerdotes y se sinceró con sus compañeros de su grupo espiritual. todos la animaron a seguir adelante. Según sus biógrafas vio, en el transcurso de sus oraciones, que a través de sus manos se iban a gestar cambios significativos y sustanciales en cuerpos y almas, modificaciones que, al ser puestas en palabras, difundidas y esparcidas, la convertirían en una mujer pública, una figura mística pero laica, a la que muchos insistirían en llamar “la sanadora”.
Imposición de manos
En su sitio ledabergonzi.com, dice que “no de los aspectos más notables de la presencia de Leda Bergonzi es su práctica de la imposición de manos. Este antiguo ritual, que ha cobrado nueva vida en manos de Bergonzi, se ha convertido en un catalizador de transformación para aquellos que buscan esperanza y sanación”.
Sus prácticas, según se indica allí, son heterogéneas, tiene un enfoque holístico: “En sus sesiones, utiliza métodos específicos que se adaptan a las necesidades individuales de cada persona. Desde terapias energéticas hasta prácticas meditativas, Leda personaliza su enfoque para abordar aspectos físicos, emocionales y espirituales”.
Pero ha tenido declaraciones muy polémicas. En enero de este año, en el Templo Votivo de Maipú, Chile, adonde la vieron 6 mil personas, dijo que el cáncer “es una enfermedad del hoy, creo que es una enfermedad que, para los que trabajados en sanidad y más, es reincidente y que hay mucha gente que la tiene. Sabemos que tiene un origen, que es la falta de perdón”. Esto provocó una manifestación de repudio desde el arzobispado rosarino y la Asociación Oncológica de Santa Fe. Monseñor Emilio Cardarelli señaló que “La visión cristiana del hombre, tal como está expresada en el texto que precede a este nos habla de que el hombre es una unidad biopsíquica y espiritual y que, por lo tanto, hay enfermedades espirituales que pueden afectar lo síquico o lo orgánico. Pero lo anterior en modo alguno permite dar el salto para avalar la afirmación de la señora Bergonzi acerca de la causa del cáncer. Dado que, como nos enseñó el Papa Ratzinger, la fe es amiga de la inteligencia, tenemos en cuenta que la ciencia hoy indica que no hay una única causa que lo provoque y menos aún que la misma sea solo de carácter emocional”.
La presidenta de la Asociación Oncológica de Rosario, Alejandra Bártoli, le expresó al diario La Capital que “no hay una única causa que produce el cáncer, y si hubiese sólo una, tampoco sería de carácter emocional”. Luego añadió: “La ciencia argentina y a nivel mundial invierte años y años en recursos humanos y tecnológicos para mejorar la prevención y los tratamientos del cáncer. Se han conseguido enormes logros en los últimos años en beneficio de los pacientes, jamás podemos minimizar eso”.
Este sábado, desde las 12 horas, la multitud que espera desde hace días para encontrarse con ella en Av. La Plata 3757 de Santos Lugares. Será la única oportunidad de verla en Buenos Aires. Luego, la laica sanadora tiene fechas de presentación en Chile. Sus seguidores podrán reafirmar, o no, esa fe ciega que los lleva a la devoción de esta mujer común, de risa fácil y el poder de sus manos, dicen, para obrar milagros.
INFOBAE.-