Del algodón a la soja: investigación de la UNNE revela la transformación del campo chaqueño

Redacción
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La doctora Alejandra Helena Torre Geraldi, del Instituto de Geografía de la Facultad de Humanidades, estudió cómo la crisis agraria de los ’90 y la llegada de inversores externos convirtieron al Chaco en el principal productor de soja de la región. La investigación está publicada en el libro digital «Territorio, configuraciones y problemáticas del Nordeste Argentino» (EUDENE).

La provincia del Chaco, tradicionalmente conocida por sus campos de algodón, experimentó una transformación en su perfil productivo durante las últimas décadas. Así lo revela una investigación realizada por la doctora Alejandra Helena Torre Geraldi, quien analiza cómo el cultivo de soja se convirtió en protagonista de la agricultura en esta región del noreste argentino.
El estudio, que forma parte del libro digital «Territorio, configuraciones y problemáticas del Nordeste Argentino» (EUDENE), describe un cambio radical en el paisaje rural chaqueño, impulsado por la creciente demanda mundial de soja, especialmente desde China y otros países asiáticos.
La doctora Torre Geraldi es docente del Profesorado de Geografía en la Facultad de Humanidades de la UNNE, en la Cátedra Geografía Urbana y Agraria y Geografía Argentina. Integra además el cuerpo de investigadores del Instituto de Geografía de esa unidad académica.
Según desarrolla el Capítulo “La expansión del cultivo de soja en el NEA y su impacto socioproductivo diferencial en los inicios del siglo XXI”, en los años 90, la provincia del Chaco atravesaba una severa crisis. Los productores algodoneros estaban ahogados por las deudas, atrapados en un círculo vicioso del que no podían salir. En ese contexto, la soja apareció como una alternativa prometedora para diversificar la producción y recuperar la economía local.
El proceso de expansión de la soja en la Argentina siguió varias etapas bien definidas. Primero se consolidó en la región pampeana, aprovechando sus excelentes condiciones naturales. Luego, con la llegada de nuevas tecnologías como la siembra directa y las semillas transgénicas, la producción se intensificó.
El siguiente paso fue la expansión hacia nuevas regiones, como el NEA, donde las condiciones no eran ideales pero podían adaptarse a partir de grandes inversiones de capital extraregional que posibilitó la inserción de un paquete tecnológico asociado a maquinarias, fertilizantes y fitosanitarios específicos para esta oleaginosa.

La llegada de nuevos actores
Un momento clave fue la llegada de inversores de otras regiones a localidades como Gancedo, Avia Terai y Pampa del Infierno. Estos nuevos actores trajeron consigo tecnología moderna y una forma diferente de hacer agricultura. El resultado fue una rápida sustitución del algodón y la ganadería por grandes extensiones de soja.
Este cambio tuvo un costo social significativo: los pequeños y medianos productores locales quedaron fuera del sistema productivo. No pudieron competir con los nuevos, que contaban con más capital, mejor tecnología y mayor capacidad para concentrar tierras.
La expansión continuó hacia el noroeste de la provincia, pero esta vez a costa de los bosques nativos. El Chaco se convirtió en el principal productor de soja de la región, superando incluso los mejores registros históricos del algodón. Sin embargo, este éxito fue a expensa de algunas consecuencias.
En el marco del período en estudio se advirtió que la provincia quedó atrapada en el primer eslabón de la cadena productiva: se limita a producir y vender los granos sin procesarlos o con una mínima transformación. La mayor parte de la soja chaqueña viaja a Santa Fe o Buenos Aires, donde se industrializa y se le agrega valor antes de exportarla.
Para 2012, surgieron algunas iniciativas para modificar esta situación. En General Pinedo, por ejemplo, se instaló Green Oil Expellers SA, una empresa familiar que comenzó a producir aceite crudo de soja y otros derivados relacionados a la alimentación de ganado bovino. Su objetivo: agregar valor a la producción local y generar más empleo en la región.
Otras empresas importantes también tienen presencia en la provincia, como Argentina General Deheza y Unión Agrícola Avellaneda, pero durante el período estudiado funcionaban principalmente como centros de acopio de granos o alquiler de maquinaria.
La investigación de la doctora Torre Geraldi muestra cómo el Chaco se integró al mercado internacional de la soja, pero también revela los desafíos pendientes: la necesidad de desarrollar una industria local que procese la materia prima y genere más valor agregado en la región. El éxito productivo trajo consigo importantes cambios sociales y ambientales que todavía hoy siguen generando debate sobre el modelo de desarrollo agrícola más conveniente para la provincia.

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